Desde muy pequeño fue adoptado por la familia de Jimena, que le brindó educación y contención. Tiene 13 años, está en séptimo grado y es abanderado provincial. Padece TEA y trastorno específico del lenguaje.
La emotiva historia de Uriel: un niño que encontró una familia llena de amor y logró superar grandes desafíos.
Foto: GentilezaUriel es un niño carismático y demuestra constantemente cariño a sus familiares. Tiene 13 años y desde pequeño le diagnosticaron Trastorno del Espectro Autista (TEA), acompañado de trastorno específico del lenguaje y un leve trastorno mental que con el tiempo fue disminuyendo. Además, está cursando el séptimo año de la Escuela de Educación Especial María Teresa Araneo en General Alverar y es abanderado provincial.
Desde el primer momento Uriel y su mamá Jimena se eligieron a pesar de todos los obstáculos que aparecieron en el camino. María Jimena Mirón sintió una conexión especial desde el día que el niño acudió a su consultorio. Desde muy pequeño fue adoptado por la familia de la mujer, quienes le brindaron educación y contención.
Con el paso del tiempo, Uriel atravesó distintos desafíos tanto personales como escolares. En la actualidad tiene 13 años y está por terminar sus estudios primarios en la Escuela de Educación Especial María Teresa Araneo en General Alvear.
Según contó su mamá en diálogo con TVA Mendoza, “el mismo día que Uriel llegó a mi oficina, hubo que internarlo y no había quien lo cuidase”. Tras ese episodio, el esposo de Jimena acudió al Hospital y no dudó en hacerle compañía a Uriel, quien cuando lo vio, lo abrazó sin siquiera haberlo visto antes.
A partir de allí, la vida de la familia cambió totalmente. Acompañaron al niño durante los tres días que estuvo internado y no se separaron de él. Desde aquel día la conexión siempre fue muy especial entre ellos.
El niño fue diagnosticado con TEA (Trastorno del Espectro Autista), sufre trastorno inespecífico del lenguaje y padece un trastorno mental que con el tiempo fue disminuyendo. Sin embargo, no posee lectoescritura (es la capacidad de leer y escribir y el proceso de ambas al mismo tiempo) y “esto dificulta muchísimo”, afirmó Jimena.
Cuando el niño llegó a la familia, tomaron la decisión de enviarlo al jardín maternal Ayún, pero “tenía casi 2 años y fue a sala de bebé porque él usaba pañales, tomaba mamadera, etc”.
Luego, a sus cuatro años comenzó un gran desafío para Uriel y para todos los integrantes de la familia, ya que acudió a una escuela tradicional, pero “en el último tiempo forzamos de alguna manera la situación, hasta que un día Uriel antes de irse a la escuela, miraba la pared y me decía que no quería ir más a la escuela”.
A partir de ese momento, tan particular y difícil para Uriel y su familia, tomaron la decisión de inscribirlo en un colegio especial, a la que acude actualmente. “Está en séptimo grado, es abanderado provincial y él está feliz”.