Los indicadores de consumo mostraran caídas interanuales históricas dando dimension del colapso de la economía. Hasta los mayoristas preparan descuentos.
La caída de consumo en las grandes superficies alcanza valores históricos.
En las últimas horas, los divulgadores cercanos al gobierno inauguraron un nuevo discurso: "la gente se preparó para un colapso económico que nunca llegó". La pregunta que nadie les hace sería: "Defina colapso económico". La realidad es que millones de argentinos están sufriendo el peor colapso posible: endeudarse para pagar la luz y la comida. Los números de consumo confirman la situación crítica de la economía.
El domingo, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) confirmó una nueva caída en el consumo de más de 5 puntos. Aunque destaca que es menor que la de meses anteriores, esto se debe a las agresivas liquidaciones y promociones que intentan frenar la caída.
En un hecho histórico, los supermercados mayoristas lanzarán en los próximos días la Black Week, una semana de descuentos y beneficios para paliar la crisis y la feroz caída del consumo.
Mientras los mayoristas preparan su semana de descuentos, los supermercados e hipermercados tradicionales ya no tienen un solo día sin promociones. Ofrecen hasta un 25% de descuento con diversas tarjetas, billeteras virtuales y apps propias. Algo inédito es que están desapareciendo o aumentando significativamente los topes de reintegro y los porcentajes de descuento.
En estas horas, cuando se publiquen los informes de las principales consultoras privadas que siguen las ventas de las grandes cadenas, se tendrá una idea clara de la magnitud del colapso económico en Argentina. Se espera que la caída interanual en septiembre supere los 15 puntos, superando la de agosto y encaminándose a un derrumbre superior incluso al de 2001.
Los empresarios del sector afirman que, a pesar de la baja de la inflación y las promociones, el consumo no repunta. Esto se refleja claramente en la recaudación del IVA, que informa la AFIP mes a mes.
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La explicación de los responsables de las cadenas es la misma que hemos señalado más de una vez: los precios regulados siguen impulsando la inflación hacia arriba. Los consumidores están destinando la mayor parte de sus ingresos no a comer, sino a tratar de mantener los servicios básicos de energía y agua. La dolarización y desregulación de los servicios, junto a la complejidad de los cuadros tarifarios, hacen que nadie sepa cuánto deberá pagar en la próxima factura, lo que agrava la retracción del consumo.
Desde el supermercadismo aseguran que los tarifazos energéticos han afectado al sector por partida doble: por un lado, en las facturas de energía de los supermercados, que dificultan sus costos operativos, y por otro, en la caída de las ventas, ya que a los consumidores no les alcanza el dinero.
Definitivamente, los economistas cercanos al gobierno deberán reformular sus conceptos de colapso económico, ya que la realidad del país muestra que millones de argentinos están viviendo un verdadero colapso.