Con la audiencia pública que se realizó este fin de semana en Malargüe, el plan minero para Mendoza tiene en cuenta todos los aspectos ambientales, sociales y económicos.
La minería del Siglo XXI.
Este último sábado en Audiencia Pública, quedó demostrado, con el aporte de información y el rigor científico con el que está siendo abordado el proyecto Malargüe Distrito Minero Occidental, que el desarrollo de la minería sostenible, a partir del departamento sureño puede ser posible en Mendoza.
Entre las herramientas que han surgido impulsadas por este proyecto que está dentro la legislación vigente está la Unidad de Gestión Ambiental (UGA), que “estará integrada por los principales organismos sectoriales involucrados en el proceso de Evaluación de Informe de Impacto Ambiental (IIA) de los proyectos de prospección y/o exploración”.
En Malargüe, el ingeniero Emilio Guiñazú, gerente General de Impulsa Mendoza, fue preciso al reiterar que los procesos para el proyecto Malargüe Distrito Minero Occidental están sujetos a “siempre a los objetivos del desarrollo sustentable y en estricto cumplimiento del marco legal vigente”, sin dejar de mencionar por el “nivel de exigencia” al que ha sido sometido el expediente.
Guiñazú explicó porque hoy se trabajaba para la minería del cobre, en particular en Malargüe, revelando que hay tres motivos para ese requerimiento, uno de ellos “la necesidad de migrar a otros tipos de tecnologías”, como el de las energías renovables “que implica la electrificación de las matrices energéticas, que demandan cada vez más determinados tipos de materiales”, ocupando uno de esos casilleros el cobre.
El gerente de Impulsa Mendoza agregó que “Mendoza tiene alta potencialidad de yacimientos de cobre”, por lo que “existe un deber moral de la provincia de asistir al mundo” con este metal para la transición energética.
Más adelante enumeró otro de los motivos, subrayando que en la actualidad “Mendoza necesita de nuevos vectores de crecimiento”, porque desde hace muchos años “la provincia tiene una economía estancada”, y sin crecimiento del empleo privado, por lo que entiende que “necesitamos nuevos motores de crecimiento”.
Emilio Guiñazú al momento de citar el tercer punto, lo hizo a través de la exigencia “del pueblo de Malargüe de desarrollar las actividades para las cuales se sienten preparados”, con recurso humano alta mente calificado que sabe del equilibrio entre la minería y el ambiente, y todos los mecanismos que permiten ese convivencia, sin dejar de mencionar “la licencia social” que está instaurada desde hace años en el departamento “que nació minero” como se escucha en diferentes sectores de la comunidad.
Al momento de hablar de la geología de Mendoza, que muestra las bondades para la realización de la minería sustentable, el ingeniero Guiñazú citó a las cinco fajas metalogénicas que existen, “las más importantes del mundo”, subrayo, explicando que son las mismas formaciones de cobre que están en Chile, tomando como ejemplo a la mina El Teniente “la mina subterránea” más grande del planeta, ubicada en la misma zona donde se desarrolla la agricultura, que da vida además a las frutas y vinos de exportación que posee el país trasandino.
Atado a este tema, el gerente de Impulsa Mendoza remarcó que, para avanzar en estos trabajos de exploración en Malargüe, se sabe que se hace “en una zona donde no competimos por el uso de los recursos con ningún otro sector económico”, ni afectando recursos como el agua o el uso del suelo.
En su explicación Emilio Guiñazú realizó un paréntesis para destacar que en el Distrito Minero Occidental se definieron “limites muy claros”, donde “no se toca la cuenca del Río Atuel”, añadiendo que se han excluido de este plan “todas las áreas naturales protegidas”, y si existieran parque dentro del perímetro “están rodeadas de una zona de exclusión”, dando más garantías.