La relación entre humanos y perros comenzó hace más de 15.000 años, cuando los lobos salvajes se acercaron a los asentamientos en busca de alimento. Este vínculo inicial marcó el inicio de la domesticación, un proceso que seleccionó características como la sociabilidad y la capacidad de comunicación entre mascotas y personas.
Durante siglos, los perros desempeñaron roles esenciales, como cazar, proteger y pastorear. Estas actividades moldearon su comportamiento y físico, privilegiando habilidades específicas. Sin embargo, la urbanización y el cambio en los estilos de vida han convertido a los canes en compañeros hogareños más que en trabajadores.
Mascotas: el impacto de la domesticación en los perros modernos
La nueva ola de domesticación
Los expertos en comportamiento animal Brian Hare y Vanessa Woods plantean la idea de una "tercera ola de domesticación". Esta etapa moderna busca criar perros que se adapten a la convivencia urbana, en lugar de cumplir funciones laborales específicas. Los perros de asistencia son un claro ejemplo de esta transición, mostrando cómo pueden integrarse a las necesidades actuales.
Según Hare y Woods, la primera ocurrió cuando los lobos comenzaron a convivir con los humanos y dieron lugar a los primeros perros. La segunda ola tuvo que ver con la crianza para trabajos específicos, como el pastoreo o la caza. Durante siglos, los humanos entrenaron a los perros para que sirvieran como asistencia en actividades económicas y de subsistencia. Actualmente, los especialistas señalan que estamos en una tercera ola de domesticaciòn en donde los perros deben adaptarse a un contexto urbano.
El entorno urbano presenta desafíos únicos para los perros. La falta de espacios amplios para correr y explorar afecta tanto su salud física como emocional. Además, se espera que los perros modernos tengan un comportamiento tranquilo y adaptable, muy diferente al de sus ancestros.
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Mascotas: el impacto de la domesticación en los perros modernos
Los desafíos de la vida moderna para los perros
Antes, los canes dormían al aire libre y cumplían funciones específicas. Hoy, comparten sofás y camas con sus dueños, pero enfrentan problemas como la falta de ejercicio y el estrés. Las demandas sociales también han cambiado: se espera que sean amigables, silenciosos y capaces de adaptarse a situaciones como convivir con otros animales o acompañar a sus dueños en jornadas de teletrabajo.
Para garantizar el bienestar de nuestras mascotas, es esencial adaptar su crianza y entrenamiento a las necesidades del siglo XXI. La nueva era de los perros requiere un enfoque en la armonía entre sus instintos naturales y el entorno que hemos creado para ellos./Infobae.