El mito de que el “scruffing” es la forma natural de manipular al gato, es un error muy grave que hay que evitar cometerlo. Se denomina scruffing al acto de tomar a tu mascota felina por la piel del cuello, creyendo que es una forma “segura” o “instintiva” de sujeción. Sin embargo, los especialistas lo desmienten con argumentos contundentes.
El "scruffing": un mito peligroso disfrazado de técnica válida
Según la médica veterinaria especialista en felinos Alejandra López Irala, esta práctica tiene una raíz errónea: “A muchos les enseñan que tomar al gato por el cuello hace que se relaje, como cuando su madre lo transportaba de cachorro. Ese argumento es fallido”, asegura. Ese reflejo de inmovilidad sólo aparece durante las primeras semanas de vida y desaparece con la adolescencia.
Lejos de generar tranquilidad, agarrar a un gato adulto del cuello activa respuestas asociadas al miedo extremo. Es una reacción parecida a la que tiene cuando se lo ataca o se encuentra en situación de apareamiento forzoso. “Clínicamente, lo que parece relajación es en realidad impotencia aprendida, una forma de cierre conductual producto del estrés intenso”, agregan.
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Ni seguro ni natural: el cruel error de agarrar al gato por el cuello
Cuando el castigo se disfraza de control: lo que dice la ciencia felina
En redes sociales o entre recomendaciones populares, aún circula la idea de que el scruffing puede usarse para corregir conductas. Pero esto está completamente desaconsejado. “Entrenar a tu gato usando el miedo no es recomendable. Tu gato confía en vos para que lo cuides”, afirma la experta. La clipnosis, una versión comercial de esta técnica que usa clips para simular la sujeción materna, también recibe duras críticas: “Es un producto aberrante que debería estar prohibido”, aseguran incluso diferentes especialistas.
Entonces, ¿qué hacer cuando hay que controlar a un gato temeroso? Existen métodos más éticos y seguros, como envolverlo suavemente con una toalla, usar un collar isabelino o simplemente apoyar una mano detrás de la mandíbula. Incluso cubrirle la cabeza con una tela puede calmarlo más que la fuerza.
En casos extremos, como un intento de escape con peligro real, podría considerarse el scruffing como una medida urgente y momentánea. Pero convertirlo en una práctica habitual es no sólo innecesario, sino perjudicial. Amar a un gato también es aprender a respetar sus límites, y eso empieza por dejar de agarrarlo del cuello./rasca.y.pica.