Investigación

No cometieron delito: se cae la versión del encuentro sexual entre policías en servicio en San Rafael

Ahora, los policías esperan la decisión de la IGS (Inspección General de Seguridad) respecto de las justificaciones que dieron a su favor.

Por Cristian Pérez Barceló

Los dos policías viales de San Rafael que fueron denunciados porque supuestamente habían mantenido relaciones sexuales en horario de trabajo, no cometieron delito alguno, al tiempo que la investigación desacredita aquella versión oficial y da paso sólo a definir si los escasos minutos que estuvieron detenidos en una calle cercana a la playa de secuestros de vehículos, en el paraje La Vilina, se puede justificar o puede dar lugar a una sanción administrativa.

Un video aportado por el denunciante, finalmente no probaría nada relativo a cuestiones íntimas, y estas se descartan también al considerar que la mujer policía llevaba una cámara oficial en su vestimenta que puede ser encendida incluso en forma remota desde el Centro Estratégico de Operaciones, para verificar el desempeño de los agentes del orden. Con lo que, difícilmente se habrían atrevido a ser grabados en semejante situación.

Sin embargo, esto es un detalle que jamás debería haber sido de interés periodístico, así como tampoco lo es en el ámbito laboral y, mucho menos, judicial las cuestiones reservadas a la moral y el fuero privado de cada persona.

Como quedó dicho, lo único que importa, finalmente, es saber si sus desplazamientos al momento de los hechos denunciados, están justificados o pueden ser explicados ante la Inspección General de Seguridad, para definir eventuales sanciones de carácter administrativo.

Y allí, los relatos revelan que ambos policías fueron hasta la zona de la cantera tras haber sido enviados a llevar una moto a la playa de secuestros del Ministerio de Seguridad en la calle Tulio Angriman, de San Rafael.

El desvío de unos pocos metros hacia el sur, en lugar de continuar hacia el norte, puede explicarse en una consuetudinaria reacción de los agentes que evitan transitar por la zona del barrio El Molino o Pobre Diablo, ya que por lo general, y más en horario nocturno, suelen poner en riesgo innecesario a las movilidades que al pasar por calle Vélez Sarsfield, que son blanco de piedras y a veces disparos de inadaptados.

La cronología de los hechos

El domingo 27, previo a la madrugada del suceso denunciado, estos dos policías, que habían subido al móvil en horas de la mañana, tuvieron que ir hasta El Nihuil, donde una persona había perdido la vida en un accidente de tránsito. Eso los obligó a recorrer 150 km, entre viaje de ida y vuelta.

Tras regresar, y ante los casi 35 grados que imperaban en la zona, se higienizaron para retomar ubicación cerca de las 4 de la tarde en los puestos que tienen asignados en la ruta los dias domingos.

Volvieron a entrar en actividad vial en inmediaciones del parque Hipólito Irigoyen, en plena ciudad, donde se desarrollaba la repetición de la fiesta de la Vendimia, sumamente concurrido por la actuación esa noche de la cantante Soledad Pastorutti. Ordenar ese caos de gente transitando en arterias con vehículos mal estacionados, ya que ocupaban ambos costados de las calles, requirió de mucho esfuerzo y más personal de lo habitual.

Concluidas las tareas allí, los oficiales debieron trasladar una moto que estaba en calidad de secuestro hasta la playa ubicada en la calle Tulio Angrimán. Esto llevó varios minutos después de la medianoche, cuyo desplazamiento fue informado en forma radial, quedando registrado en el CEO cerca de las 02.00 de la mañana.

La mujer policía acababa de realizar la última multa en el parque a la 1,39. El movimiento vehicular era de tal complejidad, que la movilidad de la fuerza sufrió ciertas demoras para salir del lugar, llegando a la playa alrededor de las 2,15 hs.aproximadamente.

Luego de algunos minutos ocupados para bajar la moto de la cajuela de la camioneta y dar cumplimiento a los trámites de depósito del rodado en la playa de secuestros, es cuando deciden regresar por calle Angrimán, pero para evitar la calle Vélez Sarsfield, es que se dirigen por La Vilina hacia el sur, dónde, tras haber recorrido unos escasos metros detienen la marcha.

Sus relatos desde esa misma madrugada, señalaron que la oficial comenzó a preparar mate y él encendió un cigarrillo. Con un detalle no menor: ambas puertas de la cabina estaban abiertas, por lo que estaban expuestos a la luz encendida automáticamente en el interior del vehículo.

En esos minutos, la mujer policía se dedicó a responder mensajes por wspp de su pareja, y surgió un requerimiento por frecuencia para desplazarse hacia un episodio cerca del hotel Tower en la ciudad de San Rafael, donde un vehículo transitaba conducido en forma peligrosa.

Es allí donde alcanzan a divisar, según contaron, un “reflector” que el oficial entendió que podía tratarse del sereno de una cantera ubicada en el lugar.

Sin entablar diálogo alguno con dicha persona, emprendieron su marcha nuevamente, con el fin de dar cumplimiento a lo requerido.

La noche iba a continuar siendo activa porque también debieron buscar unas vallas que estaban en el Parque, tarea que finalizaron cerca de las 4 de la madrugada.

A las 6 de la mañana se enterarían de que aquel hombre que vieron con un reflector los había denunciado y entregado un video en la comisaría.

El video no reflejaría de ninguna manera encuentro íntimo alguno, según cuentan quienes pudieron observarlo. Sólo se verían ambas puertas de la camioneta abierta, como ya se reflejó en esta nota.

Los policías deberán esperar la decisión del IGS

Ahora, los policías esperan la decisión de la IGS (Inspección Gral. de Seguridad) respecto de las justificaciones que dieron en cada uno de los desplazamientos descriptos, que son cotejados con las comunicaciones registradas en frecuencia en el CEO.

Además, se supo que la movilidad en la que se desplazaban no tenía cámaras, pero sí un Sitrak que confirmaría los escasos minutos que alcanzaron a estar en calle La Vilina, todas las trayectorias y velocidad de sus desplazamientos, y los teléfonos que habrían puesto a disposición los policías para confirmar sus comunicaciones privadas esa noche.

Y si bien el móvil no tenía cámaras, quedó dicho que la “bodycam” en el chaleco, provista por el Estado, susceptible de ser encendida a distancia en cualquier instante, y cuya memoria es revisada por el personal técnico especializado, sería el principal elemento a favor de la desmentida de la denuncia inicial y de la versión que tornó en noticia el episodio.

Lo que sí quedó claro es que no hubo delito alguno cometido por estos oficiales, ya que las actuaciones judiciales no pueden inmiscuirse en cuestiones de carácter laboral, para eso la función del IGS es suficiente; y mucho menos en aspectos de la vida privada que de ninguna manera han sido probados (lo que no está dentro de las facultades de ningún organismo y/o medio de comunicación), más allá del daño que una difusión periodística sin más fundamento que una denuncia no comprobada, pudieran provocar.

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