Mientras se ralentizan las inversiones en litio, el cobre sigue siendo el mineral imprescindible de las nuevas tecnologías. ¿Mendoza será capaz de desarrollarlo?
¿Mendoza será capaz de aprovechar la nueva era del cobre?
Mendoza está ubicada, en tiempo y espacio, frente a una oportunidad única, y tendrá que decidir si la toma o la deja a provincias vecinas como San Juan. La era del cobre, como elemento fundamental del futuro, incluso por sobre el litio que viene en decadencia, es el dato clave del mundo minero que está presente en todos los modelos de negocio de minería y fue notable en la reciente gira del gobernador Alfredo Cornejo.
El cobre, un metal en el que Chile es potencia, y Argentina, que comparte la misma cordillera, tiene toda la posibilidad de sumarse a ese selecto grupo por su extensión. Parece ser uno de los grandes minerales del futuro, y Mendoza tiene la enorme oportunidad de subirse a ese tren y cambiar positivamente su economía.
Mientras el litio se encuentra en franca retirada, con valores que caen estrepitosamente (más adelante explicamos los motivos), el cobre no solo mantiene su valor, sino que se vuelve cada vez más necesario.
El avance hacia las energías renovables y sustentables requiere cada vez más cobre para trasladar esa energía. A diferencia de otros minerales que van encontrando alternativas, el cobre mantiene inalterable su reinado desde fines de la década de 1870.
En el mundo minero, a Mendoza todavía le queda un largo camino por recorrer en la recuperación de la confianza que minó la tibieza de la dirigencia y las leyes incomprensibles. En los últimos años, la provincia ha venido trabajando sostenidamente en recuperar esa confianza, pero, como dice el dicho, "el que se quema con leche...".
Los inversores ven que, a pesar de la voluntad renacida de una parte importante de la dirigencia política y empresarial, los proyectos que podrían dar el puntapié inicial para la actividad siguen dormidos. Por ahora, todo es buena voluntad y acumulación de promesas con algunos gestos concretos.
El contexto indica que las grandes inversiones en litio del norte argentino comienzan a ralentizarse. Algunas empresas, como Arcadium Lithium, nacida de la fusión entre la estadounidense Livent y la australiana Allkem, cancelaron dos créditos internacionales por un total de 230 millones de dólares que habían obtenido de organismos multilaterales para invertir en el desarrollo del proyecto de litio Sal de Vida, en Catamarca.
La realidad es que, tras unos años fulgurantes, el precio del litio no ha parado de caer, moviéndose en el rango de los 10 mil dólares por tonelada, cuando hace un año y medio alcanzaba valores cercanos a los 70 mil dólares.
Para entender este fenómeno, hay que mirar, una vez más, a China por partida doble. Por un lado, es el mayor mercado de vehículos eléctricos del mundo y de baterías de iones de litio. En 2022, seis empresas chinas estuvieron entre los 10 principales proveedores de estos dispositivos en el mundo, y su cuota de mercado alcanzó el 60,5%, de acuerdo con datos de la empresa surcoreana SNE Research.
Todo cambió a finales de 2022, cuando la demanda entró en una meseta y el gobierno chino puso fin a las subvenciones a la industria de los coches eléctricos. Además, las ventas de coches eléctricos han caído en general, lo que ha desatado una guerra de precios.
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Pero esta no es la única noticia que ha marcado el mercado del litio. En el país asiático ya se han fabricado y probado exitosamente baterías de sodio. De hecho, ya han lanzado al mercado dos modelos de automóviles que utilizan estas baterías.
El primero, desarrollado por Farasis Energy en colaboración con Jiangling Motors Group, tiene una batería de 21,4 kWh de capacidad. El otro, una variante del Yiwei 3, un modelo creado en colaboración entre Hina Battery y JAC, cuenta con una batería de 31,1 kWh.
¿Cuál es la ventaja? El sodio, a diferencia del litio, es un elemento ampliamente extendido y de fácil obtención, tanto de los océanos como de la corteza terrestre. Es una alternativa muy atractiva por su accesibilidad, sostenibilidad y economía para el almacenamiento de energía a gran escala. Recordemos que el sodio es el sexto elemento más común en el planeta Tierra.
Hoy en día, las baterías de sodio no tienen la misma capacidad energética que las de litio, pero su desarrollo avanza. Aún presentan problemas de durabilidad y degradación por los ciclos de carga y descarga, pero estos son los mismos problemas que enfrentaban las baterías de litio hace menos de 10 años.
Pero hay un elemento que es necesario se usen baterias de litio o de sodio, aeroegneradores o hidroelectricas, energia solar o biomasa, el cobre.
¿Tendrá Mendoza la capacidad y voluntad de no desaprovechar esta oportunidad única?
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